IMAGINARIO
Antología de narrativa latinoamericana

Ediciones Altazor

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Siete autores. Siete tomas para presentarnos una muestra sobre lo que acontece con la literatura de América Latina. Lo inusual radica en que estos narradores se desplazan con destreza tanto en el cuento como en la novela, un irrefutable indicador de la buena salud de su producción. IMAGINARIO puede leerse como un mapa que cruza los cánones de un momento escritural que apela a las vanguardias, que las revitaliza e interviene para construir otra ruta que va más allá de las fronteras de una lengua como institución, como actitud lineal de soporte.
IMAGINARIO es por lo tanto una apuesta que sin necesidad de vinculaciones ideológicas ha reunido a siete poderosas propuestas para demostrarnos que las utopías son posibles. No sé cuál será el norte de esta primera partida. No importa, por ahora me basta ser testigo que siete banderas flamean itinerantes en el cielo latinoamericano.
LA MANIOBRA DE HEIMLICH
Miguel Antonio Chávez (Ecuador)

Ediciones Altazor

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Esta novela, escrita en tono satírico y con humor del absurdo, destaca la historia de su narrador protagonista –un guayaquileño cuyo nombre nunca conoceremos– durante tres momentos de su vida. El primero, como un joven redactor publicitario, cuando viaja a Buenos Aires. El segundo, de regreso a Guayaquil, cuando ya ha dejado sus delirios de publicista y se vuelca hacia la literatura. Y el tercer momento cuando se embarca en un vuelo hacia Buenos Aires como miembro de una delegación hacia una feria de libro. El título: La maniobra de Heimlich, sirve para metaforizar lo asfixiante y efímero que son ambos mundos. Sea como sea, no hay mal que dure cien años ni cerebro que lo resista (si no, pregunten qué le ocurre a la masa gris luego de tres minutos sin oxígeno).
LA NOCHE QUE NO SE REPITE
Pedro Peña (Uruguay)

Ediciones Altazor

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Podemos decir que La noche que no se repite es una novela negra experimental en la que el crimen es un pretexto para representarnos una juventud que se desplaza al centro del conflicto. Por eso Esteban, Juan Manuel, Olveira son las piezas de una construcción con las que el personaje justifica esa primera confesión que nos pone más allá de la lectura de una novela y que ubica a Pedro Peña como una voz expectante de la literatura uruguaya, que tiene en Onetti, Galeano y Benedetti, sus máximos exponentes.
EL FONDO DE NADIE
Juan Ramírez Biedermann (Paraguay)

Ediciones Altazor

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Qué hace de la cárcel un motivo para exteriorizar nuestros dramas. Acaso las densas posibilidades de acción para un escritor que, detenido en su habitáculo, irrumpe con la inconformidad del espacio subvertido. Observemos cuidadosamente a Ezequiel Collado, detengámonos en Mariela, y preguntémonos qué fractura de nuestra América intenta curar Juan Ramírez Biedermann con El fondo de nadie; la novela que lo presenta con la singularidad de quien apuesta por una estructura del hastío cuya estética resume las cartografías de una sociedad vertiginosa que salva o que condena. Sin duda una obra referencial de la literatura paraguaya, cuya propuesta se inserta al eclecticismo de la nueva narrativa latinoamericana.
TAKASHI: Historias robadas
Ernesto Carlín (Perú)

Ediciones Altazor

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Takashi, la novela de Ernesto Carlín, nos presenta un fresco con todas las particularidades del sujeto posmoderno. En un momento cuando da la impresión que los críticos reclaman un arte decorativo, flemático, Carlín toma al toro por las astas y nos entrega un texto visceral en el que las barras, la multimedia y la denuncia, sin esquivar el compromiso con la autenticidad de la forma, son los pilares de una obra que consolida su generación. Takashi, apela a la función del vagabundeo para perderse en el afán de encontrarse, a la distancia que termina como una experiencia interior. Notable responsabilidad para quien tiene en su tradición a Mario Vargas Llosa, Miguel Gutiérrez, Carlos Calderón Fajardo y Alonso Cueto.
EME/A. La tristeza de la no historia
Claudia Apablaza (Chile)

Ediciones Altazor

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Donoso, Edwards y Bolaño constituyen el canon de la novelística chilena, a ellos podrían sumarse voces emergentes como las de Fuguet y Zambra, ninguna sin embargo se aventura a cifrar y descifrar la ciudad con la potencia del riesgo que asume Claudia Apablaza. El proyecto escritural de EME/A transgrede varios tópicos, se preocupa por la consagración del instante al modo de las vanguardias. Por eso la concepción de esta novela, que tiene a Chile como expresión de una propuesta atemporal y transhistórica, no se reduce a la anécdota del amor o desamor con la que el personaje se desplaza por una urbe que lo pone cara a cara con esa tristeza que reconoce no haber logrado alcanzarse a sí misma; entonces asume su arquitectura de citas y trazos con la que confirmamos la máxima de Bakunin –destruir es crear- y celebramos la irrupción de Apablaza, su poder con el que rompe los cánones en la aldea latinoamericana.
CARBONO 14. Una novela de culto
Jorge Enrique Lage (Cuba)

Ediciones Altazor

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“Era una ciudad interminable. Por lo tanto, una ciudad irreal. Y la irrealidad cansa". Señala de entrada Jorge Enrique Lage. Metáfora perfecta para instalarnos frente a una Cuba que habla con el trazo de uno de sus más potentes narradores. Por eso construye en Evelin esa representación en la que todo sirve, en la que todo es apto para elaborar una resistencia crítica donde los traumas personales lo mantendrán a raya con la tensión estética que codifica la angustia latinoamericana. Carbono 14: una novela de culto, funciona como un símbolo de la decadencia y del virtuosismo multimediático que ubica a Lage como un escritor a quien debemos repasar para comprender la posibilidad experimental de una lengua que ha perdido, acertadamente, la noción de su frontera. Acaso el más puntual ejercicio para constatar la vitalidad del panorama novelístico de América. Su propuesta consolida los lazos conceptuales entre Cabrera Infante, Pedro Juan Gutiérrez y Reynaldo Arenas.
BORNEO
Oliverio Coelho (Argentina)

Ediciones Altazor

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Novela que lo mantendrá a raya durante el tiempo que le demande escapar de su camisa de fuerza y que seguro a Borges le habría robado un gesto de satisfacción al comprobar que aún no se agotan las posibilidades para fabular desde nuestra lengua. Un aguafuerte que seduce por ese sentido de estremecer más allá del principio estético de la belleza o del compromiso con la realidad y su necia actitud de escogernos el personaje. Oliverio Coehlo ejerce con saña su don. No en vano, Enrique Vila Matas, en vez de palmearle la espalda, le pidió que siga escribiendo.